miércoles, 1 de agosto de 2007

La Estrategia Del Mito o Cuidado Con Las Ovejas

El hombre dominador apoyado en sus mitos creacionistas reduccionistas que le dan el poder, autoridad y posesión sobre el mundo material; dentro de su ignorancia pocas veces se acerca a la realidad compleja y en vez de entender somete utilizando gran cantidad de estrategias oscurantistas, como un pastor con sus ovejas.

El problema no son los mitos sino su concepción figurativa, entenderlo como fin último no como símbolo libre de ser interpretado y así mismo actuado, como punto de partida para enfrentar una realidad organizada por nuestro cerebro, adaptada en el proceso de evolución. El mito permite entablar relaciones entre una realidad cultural (a veces agobiante, absurdamente paradigmática y normativa) y una realidad física (cada vez más metafísica, menos normativa abocada en la incertidumbre). El mito es una herramienta estratégica no normativa para tomar decisiones, para actuar en la cotidianidad en libertad de manera reflexiva.

El mito estrategia esta sustentado en el lenguaje, en su etimología, en su esencia más profunda y ancestral, en las relaciones homologas que devela y en su narración oral que trasciende lo verbal. Con el mito se adquiere la seguridad para actuar en un mundo dual (orden-desorden) en oposición al domino del miedo que oscurece y lanza normativas como salvavidas.

Esta referencia inicial sobre el mito es la estrategia para abordar el tema de la ciudad no como un constructo humano con necesidad de ser pensado y construido, sino con la visión de abordarla como un resultante de nuestra interacción en un territorio madre, universo de la cultura donde no solo se llevan a cabo transformaciones humanas, sino también biológicas y cósmicas. Una visión meramente antropocéntrica equivoca su método para abordarla: desde un interior desconocido (medio vacío) sobre el cual proyecta su ego desconociendo un orden regido por fuerzas “desapercibidas”[1] a la racionalidad. En oposición el mito da la estrategia para comprender que quien se construye es el hombre en la medida que entiende su territorio y el cual simboliza a través de diferentes manifestaciones rituales que le permiten trascender, no a lugares mágicos, sino a entender que la magia es este eterno presente de su realidad biológica que la razón ha desconocido. Esta concepción permite entender que el objeto es un mediador de este ritual que le permite al hombre su conocimiento.

Lo anterior propone entonces una metodología que acerque a esa noción de territorio madre desde una observación física, que evidencie sus fuerzas; desde su geología que descubra sus componentes, su formación y los cambios que se han sucedido; desde sus especies de plantas, animales endógenas y exógenas; desde sus razas; desde su fluctuación histórica; desde su antropología, sus ritos, sus imaginarios. La utopía es que solo así el objeto tendrá sentido, y solo así la ciudad podrá proyectarse en la globalidad con identidad[2], reconociéndose, validándose y transformándose haciéndose sostenible en un cosmos dinámico, donde el azar es nuestra propia ignorancia.

Hace unos años en una toma de Yagé, su espíritu presento la prueba de cuidar un Jardín con solo un arma: una vara de madera. Transcurrió inciertamente el tiempo y aparecieron unas ovejas que mantuvieron la alerta sobre el posible acecho de los lobos. Se toma así una posición de alerta para enfrentar el posible riesgo. Una vez paso el gran rebaño de ovejas se cae en cuenta que la misión ha fallado: el jardín esta destrozado, el problema no son los lobos, son las ovejas que con su inocente andar dañaron el territorio. La enseñanza es que el pastor y las ovejas símbolo del autoritarismo y de las sociedades dominantes[3] actúan sin tener conciencia acabando territorios y culturas; la apuesta es descubrir esa ciudad mito donde se llevan a cabo rituales, donde la magia de la vida se transforma tal cual como lo hace pacientemente una roca.

[1] Me refiero a las cuatro fuerzas que rigen el universo y de las cuales no percibimos concientemente.
[2] La identidad siendo explicita a través de productos y servicios como aporte a la humanidad
[3] Visión de la antropóloga Riane Eisler en su libro El Cáliz y la Espada en el cual confronta las sociedades dominantes y las sociedades cooperativas.

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